Llega la Diada, con «su polisón de nardos», que diría el poeta. Y viene con el ruido de siempre de consignas, tergiversación de la historia, aspavientos, heridas de la historia exageradas, tergiversadas, y persecuciones. Las cotidianas afectan a todo aquel que ose hablar español, ya sea en la TV3 o en la cafetería del parlamento autonómico. El español, ese idioma que algunos proponen que sea una lengua íntima, doméstica, como para hablar con el servicio o dar órdenes a las secretarias. Una lengua de dictado. O para el amor cortesano. Ya lo dijo Cambo cuando con su solemnidad de tendero de coloniales dijo aquello de «quiero más este revivir de la conciencia catalana que cien leyes de autonomía, quiero más una Cataluña sin ninguna libertad hablando en catalán, y sintiendo en catalán que una Cataluña con los mayores atributos de soberanía política». Y aquí estamos de nuevo. En el 11 de septiembre. Vuelve la función. Por eso les proponemos un puñado de libros para conocer un poco mejor todo este lío, y para orientarse en la verdad de los hechos de la historia.
Girona. Benito Pérez Galdós. Traducción de Anna Grau
Acusar a Anna Grau de odio a Cataluña, en vísperas de la Diada, como hacen los de la Esquerra es complicado. Baste como prueba su traducción de Gerona, de Pérez Galdós. Girona, como dicen ahora los telediarios. Curioso que se deba decir Girona y no se pueda decir Firenze, o Mantova, o Milano, o Napoli, por ejemplo. Grau le ha dado al catalán a Galdós, que escribió el episodio más español de la ciudad. El 6 de mayo de 1809 Gerona sufría el tercer asedio de las tropas napoleónicas.
La ciudad, capitaneada por Álvarez de Castro, mantuvo la posición hasta que la enfermedad y la muerte les obligaron a capitular el 12 de diciembre. En la última ofensiva los franceses lanzaron 60.000 balas de cañón. Cuando entraron en Gerona, encontraron entre sus ruinas diez mil muertos. Era cuando se cantaba aquella copla que decía «¿cómo quieres que me rinda si España no quiere?» («Digasme tu, Girona, si te n’arrrendirás… Lirom Lireta. Com vols que m’rendesca si Espanya non vol pas»)
La cuestión de por qué los catalanes estaban dispuestos a defender la monarquía borbónica española que hacía un siglo les había privado de derechos de autogobierno es paradójica. Se levantaron contra el francés con más resistencia y más coste de vidas que en otras regiones de España. Comerciantes y fabricantes de algodón sabían que un triunfo extranjero pondría en peligro el monopolio de España en el comercio colonial. Napoleón habría exigido que España abriese los mercados a los tejidos franceses.
Cataluña en España. Historia y mito. Gabriel Tortella. Gadir
Claro que los catalanes ya habían probado la medicina francesa para su descontento. Ocurrió después de la llamada Guerra del Segadors. El cabecilla esta vez fue Pau Claris. Por ahí hay calles y plazas dedicadas a su memoria. Fue una sublevación contra las medidas del Conde duque de Olivares, que quería más contribución para las campañas de Flandes. Cataluña se unió a Francia en 1641.
Pau Claris proclamó la república y se puso al amparo del rey francés, Luis XIII. La república duró una semana y Claris murió envenenado. Con Francia pocas bromas. En 1652 estaban de regreso a España. Francia acabó con los fueros, reprimió el uso de la lengua como en España nunca se hizo, ni siquiera en tiempos de Franco. Pau Claris era un canónigo, artífice de la sumisión de Cataluña a Francia. Su temprana muerte le ahorro contemplar las nefastas consecuencias de sus decisiones. Después del regreso, Felipe IV no buscó venganza. Respetó los fueros, confirmó los antiguos privilegios, perdonó a los cabecillas y no subió la presión fiscal. Aquí no tenemos mucho motivo para una Diada secesionista. Seguimos buscando.
Notícia de Catalunya. Jaume Vicens Vives. Editorial La Butxaca. 2013
De Vicens Vives nos vamos a fijar en su historia sobre la Guerra de Sucesión. Ya saben ustedes que esto de la Diada celebra, rinde homenaje a Rafael Casanova, máxima autoridad civil y militar de aquel momento de rebelión contra el rey Felipe V. Rey que había visitado Barcelona en 1701. Y había pactado concesiones económicas y una constitución muy favorable.
Lo cierto es que al final de la guerra se incautaron los bienes de Casanova, pero siguió ejerciendo como abogado. Las instituciones catalanas se modernizaron contra de los intereses de los poderosos. Y se produjo un despegue económico y un aumento de la población. Vicens dice así: «gracias a la guerra, pudo Cataluña librarse de las cadenas feudales que la oprimían , pudo llevar a cabo el desescombro del régimen de privilegios y fueros de la Corona de Aragón. Obligó a los catalanes a mirar al porvenir y les brindó las mismas posibilidades que a Castilla en el seno de la común monarquía». Sobre esto se monta, ya ven qué paradoja, el circo de la Diada secesionista.
Diez horas de Estat Catalá. Enrique de Angulo. Prólogo de Jesús Laínz. Editorial Encuentro
Recuerden aquello de Marx: la historia se repite primero como tragedia, luego como farsa. Los hechos que relata Angulo son las diez horas que duró el Estat Catalá a partir del momento de su proclamación, en el balcón de la Generalitat. La noche del 6 al 7 de octubre de 1934. El relato de Angulo, periodista, es una pieza maestra de reportero. Nos fijamos en un personaje: Josep Dencás, del que Torra se ha reconocido rendido admirador. Dencás era Consejero de Gobernación de la Generalitat.
Fue poco después de la rendición de los sublevados. Ese Dencás que había sido «el hombre que nunca quiso ser español, el que odiaba a España como el único país enemigo de la patria catalana», ese Dencás que fue el impulsor más exaltado del movimiento separatista «se agarró al micrófono de Radio Barcelona e hizo un llamamiento desesperado pidiendo la ayuda de todos los españoles…. y terminó la arenga con un Viva España que todos corearon estruendosamente entre aplausos». ¡¡Menuda Diada la de aquella noche!!
Lo que España le debe a Cataluña (732-1516) Luis Suárez. Ariel
Suárez se atreve en este libro a darle la vuelta al debate sobre España y Cataluña. ¿Y si fuera Cataluña la que ha condicionado y la que ha potenciado la misma idea de España? El nombre Spagna suena por primera vez entre los refugiados al otro lado del Pirineo ante el avance de los musulmanes. Hablamos del siglo VIII. Siglos después, en la unión que forma al modelo de Estado en el siglo XVI se sigue el modelo establecido por Berenguer IV al casarse con Petronila, reina de Aragón: una «unidad en la diversidad».
Hay muchos libros sobre el tema, pero hoy nos queremos quedar con estos cinco, conscientes de que el tema es interminable y de que existen otros textos de actualidad más inmediata, y quizá por eso mismo, más caducos.
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