¿Valen más las personas cuándo las tratamos como cosas?
El hombre que vendió su piel es el segundo largometraje de ficción de la tunecina Kaouther Ben Hania. Recientemente estrenada, su original planteamiento nos empujaba a verla. Y si cabía alguna duda, una nominación al Oscar como película de habla no inglesa o dos premios en Venecia inclinaban la balanza a favor de esta película.
Sinopsis de El hombre que vendió su piel
Sam Ali, un joven sirio sensible e impulsivo, abandona su país a través de la frontera con el Líbano para huir de la guerra. Para poder viajar a Europa y vivir con el amor de su vida, acepta que uno de los artistas contemporáneos más importantes del mundo le tatúe la espalda.
Tras convertir su cuerpo en una prestigiosa obra de arte, Sam comprende poco a poco que su decisión implica todo lo contrario a lo que él deseaba en un principio: la libertad.
Comentario
Con un planteamiento como el que guía a El hombre que vendió su piel es muy complicado realizar un mal trabajo. Pero vale la pena recordar que esta historia se inspira en Tim Steiner, tatuado por Wim Delvoye (que hace un cameo) y que se sienta varias veces al año en diversas exposiciones. Sólo que aquí, el tatuaje es un visado (por si alguien tenía dudas). Y La guinda del pastel, que merezca ser escogida por la Academia Americana de Cine como candidata al Oscar, ya indica que la directora no puede andar muy desencaminada.
Yahya Mahayni (Sam Ali) está correcto en su papel, con algún momento de gran intensidad. Aunque son los secundarios quienes, en nuestra opinión, realizan el trabajo interpretativo más interesante. Por un lado está Koen De Bouw como el artista Jeffrey Godefroi. Parece un Mefistófeles moderno, ofreciendo una oportunidad a Ali que en realidad puede ser una trampa. ¿Tiene Ali otra elección que caer en esa trampa?
Pero por el otro está una Mónica Bellucci (que grandes malvadas interpreta esta mujer) de rubio como Soraya Waldy. Soraya es la despiadada agente y mano derecha de Godefroi. Waldy es una mujer capaz de cualquier cosa por una venta, y su correspondiente comisión.
Si hay un punto débil en El hombre que vendió su piel esa es la historia romántica con Abeer. Es lo que le empuja fuera de Siria, lo que mueve a Ali a aceptar la oferta de ser una obra de arte viva para viajar a Bruselas… y es por tanto el motor de la película. Pero siendo tan relevante esta trama romántica parece débil. Y aquí surge una pregunta. ¿Puede ser consecuencia de una cierta discreción con el que los cineastas manejan estas cuestiones en el mundo musulmán?
La cinta tiene momentos de humor negro, de absurdo y de cinismo. Las reflexiones sobre la facilidad del movimiento de mercancías frente al movimiento de personas, los comentarios sobre la avanzada legislación suiza (que permite contratos de dudoso corte moral), el cartel de «obra en restauración» cuando Sam Ali tiene un problema en la piel… Todo ello nos ayuda a entender la deshumanización que sufre el protagonista, al tiempo que paradójicamente puede vivir con seguridad y comodidad.
La directora se permite algunos recursos estilísticos que algunos podrían considerar excesivos. Pero en nuestra opinión apoyan la historia, delineando el mundo de lujo y apariencia, de estética por encima de contenido, en el que se ha de manejar nuestro protagonista.
En resumen
Aunque tiene una trama amorosa débil, su planteamiento es lo bastante interesante y tiene un desarrollo que logra que el conjunto resulte sólido. Sólo por su original premisa El hombre que vendió su piel ya merecería los 104 minutos que le dedicamos.
Tráiler
Ficha técnica de El hombre que vendió su piel
- Director: Kaouther Ben Hania
- Guion: Kaouther Ben Hania
- Reparto: Yahya Mahayni, Koen De Bouw, Monica Bellucci, Dea Liane, Husam Chadat, Rupert Wynne-James, Adrienne Mei Irving, Najoua Zouheir
- País: Túnez
- Duración: 104 minutos
- Música: Amin Bouhafa
- Fotografía: Christopher Aoun
Póster
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