El corazón de la fiesta. Gonzalo Torné. Anagrama. Narrativa hispánica
El lector se asoma El corazón de la fiesta, la nueva novela de Gonzalo Torné con muchos datos en la memoria: la vulgar avaricia de los Pujol, el latrocinio de las élites del nacionalismo catalán, el discurso victimista, los dineros en Andorra, un prócer del catalanismo que paga la boda de su hija con dinero público, bolsas de basura repletas de billetes de quinientos euros, traiciones sentimentales, y una familia que gobierna la autonomía con unos valores que oscilan entre el catolicismo impostado y el racismo.
Con todo esto, el lector puede tener la impresión de que se trata de una novela sobre el llamado «proceso soberanista». No lo es. El corazón de la fiesta se mueve en esa falla insalvable que se abre entre la clase media de Cataluña y la élite, separatista y ávida de comisiones. El clan de los Masclans de la novela podría parecer una parodia si no conociéramos la realidad.
Nacionalismo, machismo y xenofobia
La verdad fáctica supera a la ficción, por mucha imaginación que le ponga el autor a la descripción de una familia en la que el padre reina, la madre es un alma seca xenófoba y los hijos son tan mediocres como insoportables. Las mujeres en la familia son seres que se adaptan a las contradicciones con una sumisión de esclavas. Bajan la cabeza, obedecen, e intentan, como mucho, sacar tajada de su postración.
El personaje central es Violeta Mancebo, una hija de la clase media, de charnegos emigrados a Cataluña, de esos que se tienen que preguntar cada mañana si ya han llegado a ser suficientemente catalanes, o no. Violeta entra en el mundo de los Masclans a través del hijo bastardo del jefe del clan, nacido de una relación con una nórdica a la que el «rei» convirtió en su secretaria, un muchacho engendrado en el despacho donde tuvo su trono como president.
Violeta y el Bastardo
Con una prosa brillante, poética, a veces cortocircuitada por algunas concesiones al chiste fácil, Torné nos relata la historia del ascenso y caída de Violeta Mancebo desde las esferas más cercanas al monarca catalán. Los narradores son una pareja que habita un piso en la calle Balmes, un piso heredado, y que descubren que los gritos que escuchan al otro lado de la pared son de la pareja formada por el Bastardo y Violeta. Una noche la vecina irrumpe en el piso y desencadena una confesión que será el corazón de la novela, El corazón de la fiesta. La pareja de vecinos asume la voz narrativa, en un principio con tono irónico asumido por ella (Clara Montsalvatges) y al final por él, con el pretexto narrativo de una investigación periodística que se dedica a recomponer las piezas de la ruina moral que deja la corrupción.
Torné ha explicado en alguna entrevista que su aspiración como novelista es la de dar cuenta de la realidad. En esta obra lo consigue. El lector agradece que no se haya enredado en las noticias del procés, que en sí mismo constituye una parodia. Torné ha ido mucho más allá, y en su relato nos revela claves fundamentales para entender la deriva de Cataluña en los últimos años.
Porque en el fondo que late en toda la pirotecnia nacionalista y en quienes le dan apoyo moral es la fractura social entre dos grupos: las élites que han alimentado una voracidad insólita por el dinero, y una clase media avergonzada de serlo que ha asumido como propio el discurso victimista. Como dice Turris, otro personaje, un nacionalista desplazado por la ambición de Masclans, relegado a ser un pequeño cacique de provincia en el sur catalán, «es verdad que metió la mano en la caja, pero dígame, ¿quién construyó la caja?»