Fotografía analógica. Manual de consulta para disparar con película. Andrew Bellamy. Gustavo Gili
La perfección digital no ha matado a la fotografía analógica. Su recuperación es evidente. Aficionados cansados de que las cámaras digitales lo hagan todo, buscan la artesanía de la película, su perfecta imperfección, su carácter, su estilo inimitable. Es cierto, hay plugins digitales que permiten acercarse a la definición o al grano de películas esenciales, como la Kodak TriX. Pero, ¿por qué no utilizar esa película para hacer fotos? ¡Por qué no volver al negativo, ahora que las imágenes digitales se pierden en los sumideros de nuestras pantallas electrónicas, imágenes que apenas vemos, que apenas recordamos. Se comparten en un primer instante y luego se pierden como gotas en el mar. El regreso de lo analógico estaba reclamando un libro, y este de Bellamy viene a satisfacer una necesidad. No es perfecto. Podría ser mejor. Vamos a ver qué tiene, vamos a ver qué le falta.
El regreso de lo analógico
Polaroid ha resucitado gracias al empeño de un grupo de nostálgicos. Youtube está plagado de tutoriales sobre revelado. Las Lomo han conquistado el corazón de unos cuantos románticos de la fotografía analógica. Y la venta de cámaras en la red está más activa que nunca. Como dice la contraportada de este libro llamativo por su diseño y por su título, si has encontrado una vieja Konica en el rastro, en un armario del desván, o en casa de tu abuelo, necesitas un manual que te permita reaprender la fotografía.
Las cámaras digitales, fabulosas en su tecnología, tienen el defecto de que lo hacen todo por nosotros. Hacen demasiado por nosotros. No le pedimos tanto. Queremos volver a mirar, y a controlar la abertura del diafragma, la velocidad, la sensibilidad. No queremos que la tecnología nos lo haga todo. No somos idiotas, quizá un poco perezosos, pero nada más.
Lo básico de la foto analógica
Cada cámara tiene su propia personalidad. Unas, como las ROLLEIFLEX, son bifocales y tienen el visor en la parte de arriba. Otras son telemétricas y te exigen una gran precisión en la vista para afinar el enfoque. Las hay panorámicas, de formato medio y de formato grande. Es un mundo apasionante. Pero todas tienen una base común, y es ahí donde Bellamy juega sus cartas. Abertura del diafragma, profundidad de campo, velocidad de obturación, compensación de la exposición. Bellamy le ofrece al lector las reglas básicas para hacer fotos técnicamente correctas, es decir para manejar una técnica básica. Tiene indicaciones y reglas para hacer fotografías con la exposición exacta, aunque no tengas un fotómetro, aunque ahora puedes tener uno en el móvil gracias a aplicaciones fabulosas de precio irrelevante.
Fotografía analógica tiene, además, una maquetación espléndida, un diseño clásico, muy de la escuela suiza, con buenas ilustraciones y espacios blancos que hacen que la experiencia del lector sea muy agradable y facilitan la didáctica. Un tomo como Fotografía analógica, sin embargo, necesita un paso más: un capítulo dedicado al revelado de fotografía en blanco y negro, con unas tablas básicas para revelar los carretes más utilizados de Ilford, de Kodak o de Agfa. Con eso, este libro que tiene un resultado sobresaliente habría llegado al cum laude. Pero seguro que Bellamy, que maneja un español perfecto, lo está preparando.
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